Esta semana falleció, un hombre especial, a mi entender, alegre, humilde de gran sonrisa y un enorme corazón, amante del rugby y árbitro argentino. No tuve la oportunidad de conocerlo personalmente, pero sus amigos, me permitieron conocer durante casi dos meses a Rojitas, o el negro , sentir su enfermedad y su inevitable muerte. A través de correos electrónicos de la comunidad de árbitros en la que participo, pude seguir semana a semana y al final casi diariamente sus mejorías y recaídas, y sobre todo el apoyo incansable, incondicional de sus amigos, que siempre estuvieron allí tendiendo una mano, brindando una sonrisa para levantarle el ánimo y motivarlo a seguir riendo y luchando hasta que no pudo más resistir la tentación de irse al cielo a seguir pitando partidos con los otros amigos que se fueron antes.
Desde este rincón del mundo le deseo a sus familiares, amigos mi sentidas condolencias y mi apoyo espiritual, paz y descanso eterno a sus restos.
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