Tuesday, July 8, 2008

Continúa la emoción

Han pasado tres días después de la final del State Championship de Rugby, que mi equipo U13 Brisbane North ganó 34-12 y todavía estoy emocionado, como no estarlo. La experiencia fue la mejor, indistintamente del resultado. El torneo, me recordó al torneo de sevens de Barcelona y el torneo de Trinidad por la cantidad y calidad de equipos participantes, además por la organización, aunque el Campeonato australiano reunió a más de 70 equipos en las edades comprendidas entres 13 y 18 años y según dijeron los organizadores es el evento de rugby junior (jugadores menores de 19 años) mas grande e importante del Sur del Pacífico.

Yo nunca había participado en un torneo tan grande como este. Donde se jugaron los partidos, excepto las finales, era un colegio con seis canchas de rugby, una al lado de la otra. Todas en impecables condiciones. Había una zona donde solo los jugadores, entrenadores, arbitros y médicos tenían acceso, cada región tenía un area techada, identificada y protegida, donde descansabamos, comíamos y nos reuniamos antes de cada encuentro. La comida y bebida requerida por los jugadores, entrenadores, managers y trainers fue provista gratuitamente. La atención medica fue de primera, siempre a la orden de quien lo necesitara, afortunadamente en mi equipo no hubo lesiones. Y el arbitraje impecable, eran jóvenes, quizas no mayores que los jugadores de 18 años, pero la actuación de estos árbitros que estaban, a su vez, siendo evaluados para obtener su certificación, fue excelente. Nunca pretendieron ser protagonistas en el encuentro y jamás entorpecieron en la fuidez del juego. Quede muy sorprendido desde el primer día del campeonato.

Y la final, que puedo decir, yo no jugué, estuve afuera, vigilante, parado en la raya lateral, a veces sentado con los jugadores que entrarían a la cancha luego, pero igualmente no pude dormir la noche anterior. Llegar a la final fue el obejivo desde el comiezo. Estar allí en Ballymore era algo que había querido hacer como jugador hace dos años pero mi equipo no clasificó a las finales. 

El domingo tuve que esconder mi emoción, mi nervio y controlar no solo a mis jugadores, también a los otros coaches, a la manager del equipo y  a mi mismo porque todos estabamos igualmente emocionados. Ninguno de nosotros había estado en plan protagónico antes, siempre como espectador. Haber jugado allí y ganar la final será algo que muchos no olvidarán, quizás el resultado se desvanezca con el tiempo, pero jamás desaparecerá de nuestra memoria lo que senti o sentimos cuando llegamos al estadio temprano en la manana, caminanos alrededor del campo viendo las tribunas vacías y soñando con lo que ocurrió un par de horas más tarde.

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